LA CIUDAD DE TROYA Y SCHLIEMANN

 LA CIUDAD DE TROYA Y SCHLIEMANN

Durante muchos siglos se creyó que la ciudad de Troya y su leyenda solo habían existido en la imaginación de Homero.

Enrique Schliemann era un alemán pobre, hijo de un pastor protestante, que aprendió el griego para poder leer la Ilíada en su lengua original. Su obsesión por Troya era tan grande que llegó a creer, no sólo en su existencia real, sino en la posibilidad de descubrir sus ruinas. 

Enrique Schliemann


Sin embargo, nada en su vida hacía presagiar que llegaría a ver realizados sus sueños. Embarcó para Venezuela, pero el buque naufragó; luego fue destinado a Rusia con un cargo mercantil. Gracias al comercio se enriqueció, y a los 37 años pudo realizar su primer viaje a Grecia.

A partir de aquel momento la locura de Schliemann, contagiada a su esposa, empezó a obrar milagros. 

En abril de 1870, ayudado por un equipo de cien trabajadores, empezó a remover la tierra de una extraña colina situada en la costa de Asia Menor, y después de trasladar más de 250.000 metros cúbicos de tierra, puso al descubierto las ruinas de una ciudad en la que encontró ricos tesoros. 

Hasta siete poblados superpuestos halló en la colina de Hissarlyk. El último databa de la Edad de la Piedra. Uno de ellos era la Troya de Homero, de Aquiles, de Patrocolo y de Héctor.

Ciudad De Hissarlyk


Schliemann era un hombre que se había formado a sí mismo, era un arqueólogo nato. En 1876 emprendió excavaciones en Micenas, en Creta, donde descubrió la Acrópolis, la Puerta de los Leones y el tesoro de Atreo.

El comerciante alemán enamorado de la Grecia clásica mandó construir una casa de los alrededores de Atenas y, en su vejez, gozó de un justificado triunfo que, al considerarlo fríamente, parece haber nacido de una químera.

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