Reforma Y Contrarreforma

 REFORMA Y CONTRARREFORMA

La Reforma es una de las revoluciones religiosas más amplias y profundas que ha sufrido la Iglesia católica. Comenzó a principios del silgo XVI y recibió este nombre porque sus promotores obraron impulsados por el deseo de reformar la disciplina y las costumbres de la Iglesia romana.

La sociedad renacentista, apartándose del ideal de la vida de la Edad Media, se había vuelto pagana y disoluta. El Renacimiento italiano fue primordialmente sensual y contribuyó a la corrupción de las costumbres. La corte de los Papas era un emporio de esplendor y de todas las manifestaciones del saber humano. Los músicos, poetas, escultores y pintores más afamados, fijaron su residencia en Roma sabiendo de antemano que el Papa sería para ellos un seguro de mecenas. El clero se contagió también de aquel ambiente de corrupción general; los canonicatos de habían convertido en magníficas y seguras prebendas para los hijos segundones de la nobleza, quienes entraban a formar parte del estad eclesiástico sin ninguna vocación.

Imagen del Clero en la Edad Media

En los Concilios de Constanza y Basilea se llegó a proponer la supresión de la ley del celibato. De acuerdo con Grisar, cabe afirmar "que la tragedia del cisma religioso se convierte en un enigma insoluble si no se admite la triste premisa de la corrupción de la Iglesia". Conforma iban aumentando los males, aumentaban también las voces autorizadas clamando por la "reforma en la cabeza y en los miembros de la Iglesia".

Ya a fines del siglo XV había surgido en Florencia la figura del fraile dominico Jerónimo Savonarola, que predicó contra la corrupción, la riqueza y el escándalo de los eclesiásticos y nobles, amantes de los vicios. Se mezcló en luchas políticas y por desobedecer a la Santa Sede fue llevado a la hoguera.

Jerónimo Savonarola


La necesidad de una reforma se hacía patente y para intentarla fueron convocados los Concilios de Constanza y Basilia, sin resultados prácticos y duraderos. Los Papas, contagiados del ambiente mundano de la época, carecieron de la energía suficiente para efectuar la Reforma en el momento oportuno, y lo que debía ser un movimiento interno de depuración se convirtió en una escisión que produjo daños irreparables. A este ambiente de intranquilidad espiritual vino a sumarse el "caso Lutero".



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